El Brainstorming o torbellino de ideas es un método
orientado a actualizar el potencial creativo de un grupo humano abocado a
resolver problemas abiertos. Creado por Alex Osborn hacia el año 1938, tiene
como principal fundamento la consideración de que existen dos componentes
básicos en la mente pensante: un aspecto enjuiciador que analiza, compara y
elige, y un aspecto creador que visualiza y genera ideas.
La hipótesis
central formulada por Osborn afirma que la prematura aparición del
enjuiciamiento crítico puede obstaculizar la creatividad, al obligarnos a
rechazar ideas que podrían contribuir a soluciones e innovaciones si se les concediera
oportunidad para desarrollarlas. La técnica del Brainstorming está concebida
precisamente para compensar los efectos inhibidores del prematuro
enjuiciamiento crítico, posibilitando de ese modo la consideración de un mayor
repertorio de ideas que a su vez contribuye a maximizar el espacio de posibles
soluciones.
Además, la
técnica apunta a propiciar el enriquecimiento de cada idea a través de los
aportes de cada participante; en efecto, la experiencia indica que muchas veces
el valor potencial de un pensamiento pasa desapercibido aún para su propio
autor, siendo que otras personas podrían optimizarlo a través del desarrollo de
sus implicancias. Esta consideración es compatible con una segunda hipótesis
formulada por Osborn relativa a la superioridad del pensamiento grupal por
sobre el individual y simplificada en el slogan: “tres cabezas piensan mejor
que una”
En otro nivel de
análisis se ha argumentado que la eventual eficacia del brainstorming radica en
la estimulación del proceso de pensamiento divergente. Según el Guilford, un
psicólogo que ha investigado sobre inteligencia y creatividad, la producción
divergente es un tipo de pensamiento en que la mente discurre en múltiples
dimensiones sin estar constreñida por las restricciones de una meta. La producción
divergente se opone la convergente, en la medida en que aquí son las
restricciones las que impulsan el flujo ideacional. Guilford sostiene que el
pensamiento divergente se caracteriza por dos procesos cognitivos de carácter
más básico, la fluidez ideacional y la flexibilidad categorial,
que –a su vez–posibilitan la originalidad. La fluidez ideacional refiere
a la capacidad de generar muchas ideas ante un tema dado, mientras que
la flexibilidad apunta a la variedad de esa producción. Por su parte, la
originalidad, según Guilford es el grado de novedad o infrecuencia de una idea.
Desde esa perspectiva, según el investigador en creatividad David Prado Diez,
la importancia del brainstorming como técnica de creatividad está dada por su
estímulo directo de la fluidez (al demandar gran cantidad de ideas), lo que
conlleva indirectamente al estímulo de la flexibilidad (dado que ante una gran
demanda de ideas el salto categorial se hace más probable) y, luego, al de la
originalidad (dado que la idea novedosa supone, en algún sentido, un salto
categorial). Además, las consignas del brainstorming también inciden de un modo
directo sobre la flexibilidad y la originalidad, en la medida en que se
alienta la producción de ideas no convencionales. (Véase la Figura 1)
Fig
1. Esquema explicativo para la eficacia del brainstorming (adaptado de D. Prado
Diez, El Torbellino de Ideas)
Desde que fue
aplicado por Osborn, el Brainstorming ha sido la técnica de creatividad más
aplicada, siendo utilizado con éxito en los ámbitos de producción industrial,
marketing, publicidad, planeamiento estratégico, y en todas aquellas áreas
donde ha sido necesario producir permanentemente ideas innovadoras.